Diseño urbano arquitectónico de la zona residencial agrícola de San Antonio de Pichincha 15.000 m2

Abstract

En los últimos años, la mancha urbana del Distrito Metropolitano de Quito ha revelado un desmedido crecimiento hacia las parroquias rurales, transformando los territorios agrícolas. Frente a este problema, el plan de ordenamiento urbano del valle de Pomasqui plantea una organización del territorio utilizando la herramienta del Transecto, que permite una transición organizada desde las cabeceras parroquiales y zonas con mayor densificación, hasta las zonas naturales y de protección; logrando un equilibrio entre la parte urbana y las áreas naturales de la zona de intervención. Dentro de esta transición, se ubica la Zona Residencial Agrícola como un límite de expansión hacia el norte, con el objetivo de recuperar y mantener la vocación agrícola del territorio, procurando la plena ocupación del suelo vacante y/o subutilizado, generando un equilibrio entre el área urbana de San Antonio y las áreas agrícolas y áreas verdes, obteniendo también una zona conectada internamente y con su entorno. Así mismo, se trata de mantener el paisaje natural, considerado como patrimonio cultural. Principalmente, el análisis de este territorio reveló una mayor densificación hacia el Este de la zona residencial agrícola, mientras que hacia el Oeste se tiene un concentración de vegetación alta y media. Por lo que, de igual manera, se aplica la herramienta del Transecto para potencializar y reorganizar el territorio. En este proceso se adquiere una transición entre lo urbano y lo natural, entre el área construida y los cultivos, entre lo comunal y lo individual. Esta dualidad se lleva a la parte arquitectónica en la que se relaciona la vivienda con el huerto, los llenos con los vacíos, hasta llegar a los materiales utilizando principalmente la piedra en representación de lo estereotómico y el vidrio de lo tectónico. Se utiliza también el hormigón visto como una transición entre los dos extremos considerados. Finalmente, se consigue un degradé tanto en el área construida como en el área natural y agrícola, lo que permite que sea el límite de expansión de la mancha urbana y recupera las áreas agrícolas y el paisaje, sin dejar de lado que se ha dotado de espacio público suficiente, así como de viviendas y lugares adecuados para el desarrollo de los usuarios.